agarraba cons sus alas mis costados,
con sus labios, dibujaba debatiendo
extasiado el alma que, en mi cuerpo
ebullía en gestos ambos deseados.
penetraba en mi su aroma congelado
que agrandaba mi extension inusitada,
con tal calma, entre hábil y sagrada
que el tiempo nos miraba, quieto, callado.
me elevaba hasta los cielos, bajando
por mi cuerpo que, enervado espera
el zénit de la noche que, observando
sacia sus lujurias, sus pecados
envidiosa de nosotros y así enreda
nuestras almas con lazos encartados. alexandre munin garcia